martes, 10 de septiembre de 2013

"Que la amnesia nunca nos bese la boca, que nunca nos bese...."

Por Lucho Soria, editor agencia de noticias DDHH.

A diez años de la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final se desarrolla el segundo juicio en una sala del Colegio de Abogados de la capital. En el mismo ámbito donde el jueves 9 de marzo del año pasado el fiscal general Jorge Auat, junto a Lisandro Pellegrini, denunciaron la complicidad del juez Olivera Pastor y de otros miembros del Poder Judicial de esa provincia.

Es que las palabras, lágrimas y silencios de Claudia Scurta y Mario López, estremecieron a los presentes en la sala, quienes las acompañaron con emotivos aplausos y después interminables, postergados abrazos de reencuentros.

Claudia reveló su detención cuando tenía apenas 15 años junto a su madre Dominga Álvarez de Scurta, militante del PRT. Una narración que arranco mas de una lagrima a los presentes, inclusive a la presidenta del Tribunal Fátima López Ruiz.

Un escenario que registra en la sala la presencia de familiares de las victimas que se aborda en este juicio, militantes de los organismos de derechos humanos, sociales, políticos de esa provincia y de Salta y afuera la alegría bullanguera tupakera.

De un lado se ubican Maria José, Paula, Ariel, Juan Manuel, Pablo, Francisco, Hernán, Liliana, quienes cuando el terrorismo de Estado desataba su furia genocida desde y antes del 24 de marzo de 1976, jamás se imaginaron que por los cursos de acción de la historia les tocaría ser los abogados y fiscales, de quienes fueron fusilados, torturados, desaparecidos en aquellos bellos y trágicos años de los setenta.

Al frente de ellos los defensores privados y oficiales de los imputados, quienes optaron por esconderse en una sala contigua, para tapar sus oídos de los testimonios que lo acusan y de las imágenes de sus victimas portadas por sus familiares y compañeros de militancia. Depositan su confianza política en sus defensores para que atenúen sus futuras condenas. Un grupo de tarea de defensores, incluido el oficial, si el oficial, de cuestionar la legitimidad del fiscal ad hoc Pablo Pelazzo.

Roxana Giribaldi, hija de Osvaldo Giribaldi, empleado de Ledesma, dijo que, al hacerse justicia, “paralelamente se reconstruye la verdad y se reorganiza la identidad, perdida por el silencio, perdida por el silencio de la sociedad. Creo que se pierde el miedo a la militancia, es una vuelta a la esperanza”. Roxana tenia una particular alegría después de conversar con quienes habían compartido la cárcel ( salió en libertad el 25 de mayo del 73) y militancia con su padre y ahora estaban juntos en el juicio por su papá, como dijo.

Las palabras de Claudia y Mario, hicieron suyas las pronunciadas por el poeta de mexicano Roberto Bolaño en 1975: “Que la amnesia nunca nos bese la boca, que nunca nos bese. Soñábamos con utopías y nos despertamos gritando”.

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